Cuando el honor se antepone a la honestidad





De primera intención el título dado al presente escrito sugiere que se trata de una plena ejemplificación de dos términos que son sinónimos.

Para poderlos entender dentro del contexto que da base al mismo resulta necesario que estos sean definidos conforme al diccionario de la Real Academia donde se define honor como una cualidad moral que lleva al cumplimiento de los deberes y el concepto honestidad el cual se deriva de honesto como el decoro, recato, probo.

Si se hace el ejercicio de disgregar estos dos pilares en cuanto a los valores atinentes a cada ser humano que habita la faz de la tierra se podrá tener una noción sobre la manera de actuar ante diversas situaciones a las que se enfrenten ya que podrá hacer un juicio correcto sobre la decisión a tomar y de la manera que actuará.

Recientemente se han visto casos de prominentes figuras del ámbito político como así también directivos de agencias del aparato gubernamental que con el propósito de acallar las voces que repudian sus actos emiten sus sórdidos argumentos pretendiendo con su perorata ganar alguna credibilidad. Unos por deferencia a una profunda e intensa amistad que lo une a alguien y otros específicamente por intereses creados sobre algo en particular intentan validar solapadamente su mezquina y acomodaticia visión sobre el honor y la honestidad.

Si bien es cierto que ambos conceptos se parecen es igualmente cierto que dentro de su contexto existe una marcada diferencia. El honor es la marca de agua que distingue a la persona que lo pone en práctica sin importar lo adversativo que pudiera ser el actuar con honestidad en momentos donde ambos se ponen a prueba. Es precisamente el actuar con honestidad ante los grandes retos así enfrentados lo que le permite ese claro raciocinio al decidir la manera como actuará.

La lealtad ante una amistad con alguien no debe ser óbice para escudarse y justificar alguna determinación incorrecta o un paso mal dado pues por el contrario, se puede ser un amigo genuino y sincero asumiendo con gallardía el tener que rechazar aquello que lo expone a la tentación de intervenir u obstruir cualquier propósito dirigido a corregir conductas tipificadas como delictivas.

No se cuestiona el apoyo emocional que un amigo leal brinde a quien así le profesa ese lazo sentimental, lo que si se cuestiona es que bajo el manto de esa lealtad pretenda insudar para socavar así los cimientos de la búsqueda de la verdad y de la sana administración de la justicia.

Es precisamente ahí donde radica el anteponer la honestidad o perder el decoro por el honor a la amistad o filiación con alguien pues se espera que en circunstancias tales la puesta en escena de los valores aprendidos sea el estandarte o la luz que brilla dentro del tenebroso túnel que en momentos dados se atraviesa en el discurrir por la vida.


Preparado por: Ángel Gaddiel Resto Adorno, adscrito a la Oficina de Reforma de la Policía de Puerto Rico

"Tu éxito o fracaso están subyugados a lo justo, objetivo e imparcial que seas con tus acciones".