COMPRENDIENDO AL OTRO

Evitemos la tentación de pensar que esto o aquello no merece nuestra comprensión. Antes de juzgar y condenar a alguien o algo mentalmente, intentemos comprenderlo, entender sus razones. Existe siempre alguna razón para toda acción. Si un hombre actúa en forma grosera y descortés, la razón puede estar en que se trata de una persona que no ha conseguido madurar todavía. Si se trata de una persona exigente, posesiva, o aún explotadora de los demás, puede ser que sea un niño perdido que busca desesperadamente experimentar afecto y sentirse aceptado. ¿Quién sabe? Tal vez se trate de una víctima de la herencia o de las circunstancias.

Un antiguo proverbio que encierra una media verdad dice que "Saber todo es perdonar todo."

¿La parte de verdad? Que la comprensión está en la base del perdón. Pero eso es solo parte de la verdad. Porque el conocimiento más perfecto que se puede tener de otra persona puede dar lugar al desprecio y no al perdón. La posibilidad de comprender a otro en el nivel humano se arruina por efecto de la perversidad que hay en nosotros mismos. Nadie es tan bueno como para que se le confíe el conocimiento total de otra persona.

Para comenzar, esto resulta imposible. No es posible conocer a otra persona poco a poco, célula por célula. La razón para comprender a otro no es ésta en absoluto. La razón verdadera es únicamente la de ayudarnos a ver la diferencia que existe entre lo que hizo el pecador y lo que es.

Obró mal, ciertamente, pero él es mucho más que la falta cometida. No tratemos de comprender a la otra persona. Tratemos en cambio de ser comprensivos. Cualquier intento de "comprender" que nos lleva a tratar de descifrar la fórmula de la otra persona, de intentar desenredar la misteriosa maraña de sus emociones, resulta peligroso. Se convierte en un ejercicio de superioridad hipócrita; se torna invariablemente en un acto de juzgamiento del otro. Comenzamos a impugnar sus motivos, a prejuzgar las actitudes y las acciones y procurar acomodarlos a los moldes que nosotros mismos hemos preparado. Las clasificamos y las agrupamos en categorías rígidas establecidas. En lugar de eso procuramos ser comprensivos por nosotros. Hacemos el papel de Dios. Esto es lo que valoramos en otros, y lo que otros valoran en nosotros.


Dice la Biblia que aun si conozco todas las cosas secretas y tengo toda clase de conocimientos... pero no tengo amor, no soy nada (vea 1 Cor. 13). Seamos comprensivos. En esto consiste el amor.

El amor es un oído abierto y atento. El amor es un corazón cálido y receptivo. El amor es un amigo que comprende.

Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre y de paciencia; soportándoos unos a otros y perdonándoos unos a otros si alguno tuviera queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. (Col. 3.12-14).

Es así como una verdadera comprensión de lo que significa la vida y el amor se hará evidente --vale decir, cuando obramos con comprensión en la vida diaria. Todos nuestros conocidos merecen la atención de que los tratemos con comprensión. Debemos ocuparnos de ellos, escucharlos, aceptarlos. No nos conformemos con reaccionar ante lo que hacen o ante la forma en que actúan; comencemos a responder a lo que son en sí mismos, a lo que desean ser, o a lo que podrían llegar a ser.


¿Significa esto que tenemos que estar de acuerdo con todo lo que hacen o dicen? De ningún modo, si bien algunas personas que viven pidiendo comprensión parecieran pensar que así debe ser, como parece que pensaba cierto joven que me hablaba negativamente sobre su padre. "No me entiende, porque si me entendiera vería las cosas en la misma forma en que las veo yo."

¿Será así? En realidad, no. Podría ser que el padre no esté de acuerdo porque ve las cosas demasiado bien. Comprender no significa necesariamente estar de acuerdo. Eliminemos semejante idea de plano. Mas bien que estar de acuerdo con, significa ver las cosas desde el mismo punto de vista que el otro, ya sea que nos parezca válido o no. También puede significar sentir lo mismo o responder antes las acciones emocionales del otro, ya sean que parezcan razonables o no. Comprender no significa aceptación incondicional, sino aceptación bajo cualquier condición, en cualquier situación.


Este es el punto de partida para lograr el perdón en la vida. El segundo paso hacia el perdón consiste en...

VALORAR A LOS DEMÁS.



Tomado del libro "Perdonar Para Ser Libres", de David Augsburger